Características y Comportamiento
Características físicas
Las tortugas tienen tamaños muy variables, desde la tortuga caja de Norteamérica, de unos 15 cm de longitud, hasta la gigantesca tortuga laúd, un animal marino que puede alcanzar una longitud de unos 2,4 metros.
La parte superior del caparazón de las tortugas, bajo la que pueden recogerse en mayor o menor medida la cabeza y las extremidades, recibe el nombre de caparazón o espaldar. La parte inferior del caparazón, de forma plana, recibe el nombre de peto. El caparazón de dos piezas está conectado a las vértebras y las costillas; la estructura y tamaño del espaldar y el peto varía de una especie a otra. Las distintas especies exhiben también cambios adaptativos en su comportamiento y forma de vida.
El caparazón típico de una tortuga está formado por dos capas: una interior ósea, cuyas secciones reciben el nombre de placas, y una capa superior córnea, formada por los llamados escudos. Aunque es duro, y en ocasiones considerablemente grueso, el caparazón de las tortugas es una estructura muy sensible debido a la gran cantidad de terminaciones nerviosas que contiene. La capa exterior córnea de algunas tortugas -especialmente la de la tortuga carey- se ha utilizado en la fabricación de objetos ornamentales.
Los huesos del cráneo de la tortuga están conectados de manera inamovible; el animal carece de dientes, aunque en las tortugas de caparazón blando se han detectado rastros de ellos durante la fase embrionaria. Carece también de esternón. El corazón, como el de los demás reptiles, a excepción de los crocodilianos, tiene tres cámaras, pero actúa como si tuviera cuatro debido a la presencia de una partición incompleta en el ventrículo.
Comportamiento
Aunque hay pocas especies de tortugas que puedan considerarse estrictamente herbívoras o carnívoras, algunas especies que viven tierra adentro prefieren alimentarse de vegetación, mientras que las especies acuáticas son básicamente carnívoras. Todas las tortugas ponen huevos, que entierran en agujeros. Normalmente son longevas; algunas especies viven más de 100 años.